El Parque Nacional de Chitwan, situado en el sur de Nepal, en la selva, es el lugar que más vida salvaje conserva de todo el país. Se pueden hacer safaris en canoa, Jeep y a pie, así que después de probar las ciudades y las montañas de Nepal, decidimos cambiar de tercio y dirigirnos a la selva.

Hicimos un grupo de amigos bajando del Thorong La Pass, en el Himalaya, y decidimos ir todos juntos a Chitwan, así que cogimos un autobús en Pokhara (que como había overbooking al final nos llevaron en furgoneta) y tras cuatro horas de conducción loca y bellos paisajes, nos plantamos en Chitwan, donde hacía bastante calor: unos 25 grados y 100% de humedad (lo cual nos alegró :D).

El autobús nos dejó en Sauraha, el pueblo a las puertas del Parque Nacional de Chitwan, y desde el primer momento nos extrañó lo vacío que estaba todo: calles desiertas, hoteles vacíos… tanta calma no es normal en un lugar turístico de Nepal. Tras chequear unas cuantas guest house, encontramos una baratísima: las habitaciones dobles costaban 500 rupias (4€), y la triple en la que nos alojamos Adrian, el francés y yo, 550 rupias, así que nos salió a 1,50€ la noche a cada uno de los tres.

Dejamos las mochilas en la habitación y salimos a dar una vuelta para buscar una agencia en la que contratar un par de actividades para los dos días que íbamos a pasar en el Parque, así pues, mientras caminábamos, un chico llamado Ratz nos abordó ofreciéndonos algunas actividades. Estuvimos un buen rato discutiendo con él qué actividades hacer y cuales no, buscando las que más nos gustasen, y como Ratz vio que no estábamos convencidos del todo, decidió darnos un paseo gratuito por el Parque, y nos prometió que nos enseñaría una cría de elefante con tan solo 23 días de vida.